Por Celia Contreras.
El Romanticismo es un movimiento ampliamente conocido dentro de la literatura; sin embargo, abarca muchas más disciplinas no menos importantes, como por ejemplo la pintura.
Esta tendencia surge en la primera mitad del siglo XIX como reacción contra el Racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo. Confiere prioridad a los sentimientos y la imaginación frente a la razón.
- La dama de Shallot (J. W. Waterhouse)
La pintura romántica es creada por artistas disconformes y melancólicos que tienden a criticar todo lo que les rodea. El género costumbrista, que ofrece una visión popular y folclorista de las costumbres y tradiciones, es el que mejor difunde los mitos románticos y estereotipos españoles. También en el aspecto artístico el Romanticismo tiene un fuerte componente burgués; es el arte de la burguesía. El artista romántico es profundamente individualista, expresa sus sentimientos y es rebelde a toda norma impuesta fuera de su libertad personal. Ha conseguido por fin su libertad y ya no sirve a la aristocracia, aunque en ocasiones se ve obligado a someterse a los gustos de la burguesía. A veces reacciona despreciando la burguesía y separándose de ella; encerrándose en un mundo ideal, irreal y totalmente subjetivo. La pintura es, entre todas las artes, la que tiene un contenido romántico más marcado, porque se refiere mejor a la intimidad y el individualismo. Se utiliza la litografía para la difusión de dibujos, pinturas, escenas, paisajes, etc. y surgen las primeras revistas ilustradas.

Saturno devorando a un hijo (Goya)
Uno de los grandes pintores del Romanticismo es Francisco de Goya, quien representó temas dramáticos, mezclando lo fantástico y lo real. Pintó, por ejemplo, Saturno devorando a un hijo, una obra muy cruel y dramática que representa a un monstruo, un ser deforme, surgiendo de la oscuridad y devorando un cuerpo humano. En este tipo de composiciones se aprecia el espíritu pesimista y decepcionado propio de esa etapa. Asimismo, Goya representó los acontecimientos de la época creando una atmósfera de pesadilla, como muestran sus obras La carga de los mamelucos y Los fusilamientos del 3 de mayo.
Todas las manifestaciones artísticas del Romanticismo comparten el subjetivismo e idealismo, el amor por la naturaleza, la defensa del poder creador del individuo, el gusto por lo misterioso y sobrenatural y un nacionalismo exaltado. Estos elementos son reflejo de una sociedad cambiante, que vive numerosas revoluciones: la Revolución Industrial, que asienta los ideales liberales y el auge burgués; la Americana, que crea los derechos individuales; y la Francesa, que proclama la libertad, igualdad y fraternidad de los pueblos. Respecto a las ideas, es una época donde pensadores como Kant (que escribe Crítica a la razón pura) comienzan a rechazar las reglas y la razón.
El Romanticismo supuso el fin del orden clásico: coincidió con la decadencia de la Monarquía absoluta y acabó con la razón y la regla. Creó una nueva escala de valores donde predominaba el ‘yo’ frente a la realidad exterior y se produjo una supremacía de lo popular y lo nacional. El surgimiento del Romanticismo español está vinculado a la caída de Napoléon y la evolución de la sociedad española tras la desaparición del gobierno impuesto por las invasiones napoleónicas.
Como conclusión, el Romanticismo es la manifestación del pensamiento y los sentimientos de los autores que, a su vez, son reflejo de la situación social del momento. Por lo tanto, el contexto político y social en el que viven los artistas determina y moldea sus ideas, las cuales plasman en sus obras.