Por Blanca Alberruche.
El Neoclasicismo fue un movimiento europeo del siglo XVIII. Perseguía restaurar el gusto y las normas clásicas. Surgió para denominar de forma peyorativa al movimiento estético que venía a reflejar en las artes los principios intelectuales de la Ilustración.
Leandro Fernández de Moratín, autor de El sí de las niñas, pertenece a la literatura de este siglo. A partir de su obra, juzga y hace pensar a sus coetáneos. Esta fue una época en la que se produjeron no sólo cambios políticos, sociales e ideológicos sino también culturales. El conjunto de los mismos transformaron el pensamiento y las actitudes del pueblo.
El ballet neoclásico.
A la vez que surgían estos cambios, se desarrolló el denominado ballet neoclásico. Se trata de un espectáculo capaz de recrear y expresar todo tipo de emociones al máximo a través de movimientos artísticos puntales a los que se debía admirar y criticar. A pesar de que está completamente influido por el ballet clásico, rompe con la estructura de los pasos. Aunque el Neoclasicismo tenía como fin último enseñar y transmitir conocimiento, el objetivo principal del ballet era, y sigue siendo, expresar y transmitir emociones y sentimientos.
Los avances más importantes vinieron en principio de la Real Academia de la Danza de París. En 1725 aparece un nuevo tratado, el de Rameau (coreógrafo), quien recoge todos los avances técnicos hasta ese momento y rechaza la idea del ballet como un simple divertimento.
Marie Anne de Cupis de Camargo fue la primera en prescindir del miriñaque, acortar su falda y despojarse de la peluca y la máscara; esto causó gran escándalo en principio, pero liberó a las bailarinas de un gran peso.
La valentía de María A. Camargo frente a la pasividad de doña Paquita.
Marie A. Camargo se puede comparar con Paquita, protagonista de la obra “El sí de las niñas”. En este caso, Camargo se atrevió a ir en otra dirección de la que la gente de la época tomaba, cosa que doña Paquita no hizo a la hora de demostrar sus sentimientos por Don Carlos. Esta los ocultaba para someterse y obedecer a los deseos egoísta de su madre doña Irene.
El siglo XVIII, en conclusión, fue una época de grandes cambios. Se desarrolló la Ilustración junto con el Neoclasicismo, cuyo fin último era divulgar el conocimiento a través de la razón. En paralelo, el ballet clásico progresó dando lugar al ballet neoclásico, con Marie Camargo como una de sus representantes. Esta se atreve a ir a contracorriente con los ideales de su época, al contrario que doña Paquita.