Por Blanca Alberruche
Escritor de padres argentinos y nacido en Bélgica, Julio Cortázar fue uno de los grandes autores hispanoamericanos del siglo XX. Es especialmente recordado por su maestría del lenguaje y su dominio del relato, siempre en el borde entre lo fantástico y lo real.
En 1951, Cortázar publicó Bestiario, su primera antología de cuentos, que le valió cierto reconocimiento. Dentro de esta destacable obra, se ubica el cuento llamado “Casa tomada”, la cual vamos a analizar a continuación.
Al hablar de Cortázar es inevitable que nos venga a la mente el concepto de realismo mágico. Este término se acuñó en la crítica artística y se extendió a la literatura. Se define como la preocupación estilística y el interés en mostrar lo común y cotidiano como algo irreal o extraño. El papel del narrador es fundamental.
En el cuento “Casa tomada” se observa fácilmente las características del realismo mágico: los dos personajes viven la invasión de su casa como algo normal e irremediable.
Sigue la estructura planteamiento-nudo-desenlace. En el planteamiento se describe la casa, la importancia que tiene para ellos y cómo viven en ella. A continuación se narra la acción principal, como “los otros” se van apoderando de la casa; y, finalmente, el desenlace, explica cómo se acaban adueñando de la casa y echando fuera a los inquilinos de la misma. Este relato destaca por la brevedad y la intensidad.
En este cuento podemos encontrar dos personajes, Irene y el narrador, su hermano. La caracterización de estos evoluciona; ambos personajes son redondos ya que sus sentimientos cambian a lo largo de la narración en referencia a la casa. En un principio, esta era toda su vida, habían sacrificado el amor y la independencia por la mansión. Esto cambia al final de cuento, ya que ambos personajes la abandonan con mucha resignación, como si ya no la quisieran, como si el hecho de despojarse de ella fuera un descanso, quitarse un gran peso de encima y poder ser libres por fin.
Las descripciones que el narrador da de los personajes son retratos, concretamente epopeyas, ya que en ningún caso habla de su descripción física, solamente, de los sentimientos y valores morales que éstos tienen. Además, lo hace de forma realista y sin parodiarlos, por lo que no se puede considerar una caricatura.