Cristina M.
Érase una vez, en lo que ahora llamamos Australia, una familia de canguros formada tan solo por dos miembros: mamá Canguro y Cangurito.
Cangurito siempre veía cómo los demás canguros viajaban dando brincos y tenían aventuras. Él siempre soñaba con poder hacer lo mismo, pero mamá Canguro no se lo permitía, pues era muy pequeño todavía.
Cangurito, estaba harto de que su madre le dijese siempre que no, así que decidió irse por su cuenta, sin consultárselo a su progenitora. Cogió comida para varios días y se largó.
Éste, ya llevaba un tiempo fuera de casa, y la verdad, eso de las aventuras no era como él se imaginaba, y menos estando solo.
Aburrido, le quedaba poca comida, por lo que pensó en volver a su hogar, pero ya no recordaba el camino de vuelta, y por mas que preguntaba, nadie sabía contestarle.
De repente, buscando preocupado el camino que le conduciría a casa…¡vio a su madre! Cangurito fue corriendo, bueno, mas bien saltando, a darle un abrazo. Su madre se alegró muchísimo por el regreso de Cangurito y juntos volvieron a casa.