Cervantes fue un gran lector, incluso, en otras lenguas. Fue un auténtico bibliógrafo. Juan de Zabaleta habla en El día de fiesta por la mañana en Madrid sobre qué libros leen los españoles de la época, refiriéndose a comedias de amor y aventuras; novelas y libros didácticos como los de las vidas de los santos, que cataloga de muy útiles oponiéndolos a la poesía amorosa, definida como una alcahuetería que despierta la sensualidad.

Las bibliotecas de la época, aunque tienen un repertorio muy variado, no suelen superar los quinientos volúmenes, la mayoría de los cuales son obras didácticas. Cervantes, sin embargo, defiende una literatura de ficción como vemos en el prólogo del Quijote y en las Novelas ejemplares.
Leer supone un problema que puede llevarle a uno hasta la locura. Don Quijote se vuelve loco a causa de la lectura de libros y, mas concretamente, por la lectura en soledad (tema esencial en el Quijote).
La lectura nos permite conocer a otros autores. Cervantes y Lope de Vega, por ejemplo, son contemporáneos y testigos del final del Renacimiento. Ambos crean una obra en varios géneros y ambos también producen un cambio decisivo en la literatura española. Los dos, además, son soldados. Sin embargo, el alcalaíno no siente ningún aprecio por el madrileño Lope. Cervantes admira mucho a Góngora y a Quevedo, a Tasso y a Sannazaro.

Felicidades. Por si fuera de tu interés he leído: «Memoria de la soledad ética en el Quijote». Trata sobre la ética en esta obra, puede ser interesante. Saludos.
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